¡¡¡Están locos estos franceses!!! o eso es lo que se puede pensar de algunos de ellos que han decidido cambiar de nacionalidad y olvidando su chovinismo convertirse en desertores que huyen a Bélgica por motivos fiscales.
El detonante ha sido la promesa electoral de FranÇois Hollande de gravar a las grandes fortunas con un 75 % de impuestos.
Pero a finales de año pasado el Consejo Constitucional francés consideró esta propuesta ilegal por lo que todos los afectados pueden respirar desde entonces aliviados.
Entre los desertores se encuentra Bernard Arnault, dueño de Vuitton, Moët & Chandon o Dior entre otras reconocidas empresas, que ha tenido que soportar y asumir las críticas de periódicos como Libération que en septiembre publicó una foto en la que aparecía con una maleta en la mano bajo un titular que decía literalmente "Lárgate, rico de mierda".
Pero el que ha desatado las iras y enemistades de los franceses no ha sido otro que el inclasificable Gerard Depardieu que ni corto ni perezoso ha desatado toda una tormenta cuando decidió instalarse oficialmente en Néchin, un pueblecito belga situado a menos de un kilómetro de la frontera francesa y que se podría considerar lo más parecido a la aldea gala de Astérix y Obélix, no un reducto a salvo de los romanos sino un espacio lleno de millonarios franceses parapetados contra el ataque de Hacienda.
El actor no sólo ha dado una bofetada a los franceses con su cambio de domicilio sino que además los ha rematado al aceptar la nacionalidad rusa que Putin le ha ofrecido aprovechando el tirón mediático que ha ocasionado todo este revuelo.
Y ¡¡¡Por Tutatis que lo ha conseguido!!! .
Pero no todos quieren irse, hay quien ha decidido quedarse y no sin cierto descaro ha declarado que quieren permanecer en el pais ya que son conscientes de que se han beneficiado plemamente del modelo fiscal francés que les ha permitido amasar grandes fortunas. Entre ellos están los propietarios de L´Oreal, Peugeot, Citröen y la tan cuestionada France Telecom.
Para rematar la faena Johnny Depp, gran enamorado de Francia se ha asegurado no pasar nunca más de 183 días al año en el país, para no tener que pagar allí sus impuestos.
Y es que está claro que si a algunos de nuestros vecinos les dan la oportunidad de elegir entre el corazón y la cartera, la respuesta está más que clara. Au Revoir.
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