Una idea es a veces el comienzo de una larga historia de éxitos. Eso es lo que le pasó a Essi Weingarten el día que se dió cuenta que estaba aburrida de los típicos rojos, rosas y corales de los esmaltes de uñas y que seguramente a otras mujeres les pasaba lo mismo.
Dicho y hecho, en 1981 creó su empresa tras buscar un químico, proveedores y una fábrica. Creó su primera colección con 12 tonos sorprendentes y se fue a venderlos nada más y nada menos que a Las Vegas.
En los 90 tenía una gama de más de 200 colores y los salones con su nombre estaban en todas las grandes ciudades de Estados Unidos hasta que en 2010 vendió la empresa a L´Oreal manteniendo su puesto como directora creativa.
Esta mujer de gran envergadura de 63 años que dejó de teñirse el pelo hace más de 20 cuando un colorista le explicó que el color no se le fijaba en el cabello debido a la medicación que tomaba para tratar sus problemas de tiroides no se rindió cuando le dieron con la puerta en las narices cuando fue al banco para pedir un crédito para su negocio, todo lo contario, estuvo ahorrando durante un año para conseguir un mínimo de capital inicial. Reconoce que cada vez que perdía un cliente sufría mucho pero enseguida se dió cuenta de que por cada uno que perdía, ganaba dos.
Trabajadora incansable en sus inicios se pasaba el día conduciendo ofreciendo su pequeño muestrario y en 1983 cuando empezaron a proliferar los salones especializados en uñas contrató a sus tres primeros representantes para Manhattan, Queens y Las Vegas.
El año pasado inauguró su tienda en el Upper East Side de Manhattan, un lugar donde según Essie además de comprar, se vive una experiencia íntima y personal donde se consigue un verdadero relax y puede ser considerado como el último club de chicas.
Uno de los secretos de esta marca es Josephine Allen, su manicurista desde hace más de 25 años, una profesional que conoce todos los trucos como cuándo empujar la cutícula o cuando cortarla. Entiende las necesidades de cada tipo de uña y sabe evaluar cuando una clienta quiere hablar o necesita silencio.
Su técnica es impecable, nunca pone mucha laca en el pincel sino que aplica la base y espera siempre unos dos minutos entre la aplicación de capa y capa.
Además es la encargada de seleccionar y formar a todas las manicuristas que trabajan en este salón.
Una de las curiosidades de la marca es que Essi se encarga diréctamente de inventarse los nombres de todos los esmaltes.
Así Good mornig, hope, buenos días, esperanza, lo creó para apoyar a las mujeres que han pasado por un cáncer de mama, My private cabana, mi cabaña privada, invita a poder disfrutar de la diversión, Wife goes on, la esposa continúa, es un homenaje a todas sus amigas que a pesar de ser mujeres de valía con más talento y éxito que sus maridos, empezaron a divorciarse. Para ello creo una colección sobre el divorcio pero no para llorar, sino para reirse por lo que añadió otros nombres como Enough is enough, hasta aquí hemos llegado y My way, a mi manera.
Asi es Essie, de armas tomar y por ello considera que los nombres son determinantes y le dan personalidad a un color, de hecho cuentan que es capaz de decir el nombre del esmalte de su marca que lleva cada una de las personas que acuden a sus eventos, pocas veces se equivoca ya que mira al detalle las manos de las invitadas.
A pesar de que como he indicado vendió su marca, sigue diseñando todos y cada uno de los colores si bien tiene un equipo que le respalda.
Cuando empiezan a crear parten de 18 colores sobre los que van reflexionando y eliminando los que no les convencen hasta conseguir dejar los mejores, seis colores en los que intentan plasmar toda su sensibilidad.
Su inspiración es muy variada, puede venir de un color, un paisaje, un tejido y quizás tenemos que empezar a tener en cuenta que los esmaltes siempre serán el complemento perfecto para la mujer como las corbatas para los hombres.
Su éxito de ventas ha venido paradójicamente acompañado por la crisis ya que considera que siempre es posible comprarse un esmalte de uñas y sonreir al tratarse de lujo verdaderamente asequible.
Si durante mucho tiempo la barra de labios era un indicador de la crisis en los últimos tiempos hemos pasado a un indicador basado en los esmaltes de uñas. Nuestros gustos han variado y parece que los consumimos frenéticamente.
A todas nos hace felices, podemos cambiar su color en función de nuestro vestuario y es el único producto de belleza que podemos utilizar sin espejo, miramos las uñas y listo.
Una de las preguntas obligadas que se le plantean a esta creadora es si se ha planteado sacar productos diferentes a los esmaltes de uñas y todo parece indicar que la respuesta es afirmativa ya que considera que la marca puede llegar a convertirse en un estilo de vida. Hace años tuvieron un gloss y quizás este sea el mejor momento de lanzarse a crear una gama de colores en diferentes soportes.
Ahora como siempre sólo queda perder el miedo a experimentar con los colores y elegir los que más nos gusten y mejor nos queden y si no somos muy mañosas siempre podemos acudir a uno de sus salones para que nos mimen porque la verdad es que muchas veces nos lo merecemos por no decir siempre.