Diversos estudios demuestran que los microorganismos vivos que contiene el yogur pueden aumentar la calidad de vida de las personas que tienen dificultades a la hora de metabolizar el azúcar de la leche.
Aunque es muy difícil establecer la cantidad de personas que son intolerantes a la lactosa la Fundación Española del Aparato Digestivo la sitúa entre el 20 y el 40 % de la población.
El yogur proporciona una importante ración de calcio imprescindible para sentirnos en forma. Ingerir el calcio necesario en cada etapa de la vida nos permite mantener a punto los huesos pero también beneficia a la presión arterial, al tejido muscular y a la coagulación de la sangre.
Este lácteo contiene una elevada dosis de vitamina D que es la encargada de fijar el calcio en el organismo. Para que el cuerpo lo pueda absorber se recomienda consumir yogures enteros mejor que descremados en los que la vitamina D se añade de forma artificial.
Si mantenemos llenos nuestros depósitos de Vitamina B12 nos sentiremos bien y el yogur es muy rico en ella. Por el contrario su déficit nos puede producir anemia. Esta vitamina protege la salud ocular y mantiene la piel resplandeciente.
Otra ventaja añadida es que aporta proteínas de alto valor biológico que nos ayudan en el crecimiento y favorecen que los tejidos musculares se vuelvan más resistentes.
Si te gusta marcar un poco de músculo, toma yogur ya que además de reponer fuerzas tras la actividad física, sus proteínas ayudan a definir la musculatura.
Si tienes niños que no toleran la lactosa incluye en su menú diario dos o tres yogures, le aportarán los nutrientes, vitaminas y minerales necesarios.
Sin duda el yogur es el mejor sustituto de la leche ya que durante su proceso de fermentación la lactosa se transforma en ácido láctico, un azúcar digerible que es conservante y le da sabor y textura.
Además facilita la digestión porque sus bacterias contienen una enzima que posibilita la digestión de la lactosa en personas que tienen intolerancia.
Otra de sus características es la de ser un gran protector ya que los restos de lactosa del yogur funcionan como prebióticos, es decir, bacterias vivas buenas, que estimulan el crecimiento y un correcto funcionamiento de la flora intestinal.
Quizás esta sea una buena alternativa para aquellas personas que tengan intolerancia a la lactosa, pero antes de probar, no olvidéis preguntar previamente a vuestros médicos si podéis disfrutar de un buen yogur en cualquiera de sus variedades.
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